lunes, 29 de septiembre de 2014

@TecniTipsGANB #153

Embrujado por el fuego
Por Kathleen Robinson

Un incendio, en un parque de diversiones hace 30 años, mató a ocho adolescentes y desencadenó un drama en la sala del juzgado que acaparó los titulares de las noticias y además provocó controversia dentro de NFPA. Un nuevo análisis del incendio plantea la siguiente pregunta: ¿Los rociadores podrían haber salvado a estos adolescentes?

Jack Fairchild fue criado en Browns Mills, Nueva Jersey, ubicado justo al sur de la franja que incluye la base de la fuerza aérea de McGuire y Fort Dix. Justo hacia el norte de las bases se encuentra el municipio de Jackson, hogar del parque Six Flags Adventure Park, en el que murieron ocho adolescentes, durante un incendio en la atracción del Castillo Embrujado el 11 de mayo de 1984.

El incendio tuvo lugar un día antes del cumpleaños número diez de Fairchild y él recuerda la terrible agitación que produjo entre los adultos a su alrededor el incendio cercano y las pérdidas de las vidas. “Estábamos planeando hacer un gran festejo, y la mayor parte de la discusión se centraba en si era correcto hacer una celebración”, dice. “Habíamos sufrido un incendio en nuestro hogar uno o dos años antes, que aún puedo conservar vívidamente en mi memoria. La combinación de los dos incidentes realmente me perturbó".

También lo fascinaron. Cuando llegó el momento de buscar una universidad y decidir qué estudiar, eligió el programa de tecnología en ingeniería de protección contra incendios en “Delaware Technical Community College". “Simplemente me tocó una fibra sensible”, dice.

Fairchild no estaba solo en ese sentimiento; el incendio en el Castillo Embrujado tocó la fibra sensible de mucha gente. El interés fue en parte debido a algunas de las preguntas fundamentales que surgieron de sus secuelas (principalmente como parte de un resultante juicio penal) y debido a las sorprendentes respuestas generadas por las preguntas que allí surgieron. Por ejemplo, el Castillo Embrujado no contaba con rociadores, y surgió la pregunta: ¿se habrían salvado vidas de haber habido un sistema de rociadores? Un experto dijo en los tribunales que, a su criterio, los rociadores no habrían hecho una diferencia en cuanto a la pérdida de vidas; una observación que habría sido previsible en nombre de la defensa, si no fuera porque fue hecha por el presidente del Comité Técnico sobre Rociadores Automáticos de NFPA, que en ese momento era también el presidente del Directorio de NFPA. En cambio, en un análisis del posible desempeño de los rociadores en el Castillo Embrujado llevado a cabo un año después del incendio se descubrió que los rociadores podrían haber evitado las muertes.

Ante la llegada del trigésimo aniversario del incendio del Castillo Embrujado, Fairchild, actual gerente y asociado senior de protección contra incendios y seguridad humana en Ballinger, una firma de ingeniería/ arquitectura en Filadelfia, decidió darle otra mirada al evento. Quería utilizar un modelo por computadora de avanzada, para analizar la tasa de crecimiento, los posibles tiempos de respuesta de los rociadores, tiempos de entrega de agua, índices máximos de liberación del calor y los criterios de validez del incendio para ver si podía obtener una respuesta definitiva sobre la cuestión de los rociadores. Se unió a él en el proyecto Brad Casterline, gerente de proyectos en FSC, Inc., una firma de ingeniería en Overland Park, Kansas, que contribuyó con su experiencia en la creación de un modelo de incendio y egreso antipánico.

Fairchild y Casterline presentaron los resultados de su trabajo en una charla educativa en la Conferencia y Exposición de la NFPA 2014 en Las Vegas en junio.

“Creímos que sería interesante volver a evaluar esto, considerando las mejoras en la creación del modelo durante los últimos 30 años”, dice Casterline. “El lugar era simplemente un escenario a la espera de un desastre”

El incendio y sus secuelas
El trabajo de Fairchild y Casterline es el último capítulo de una saga que comenzó con las trágicas muertes de ocho jóvenes en una tarde de primavera en 1984.

El Castillo Embrujado era una popular atracción en el parque “Six Flags”. El juego comprendía una serie de pasillos oscuros y contorneados, creados para desorientar a los visitantes y estaba poblado con visualizaciones tales como la mujer rata, el jorobado, la sala de las arañas y demás con el fin de asustar. La fachada del Castillo, con marco de madera presentaba arcos y torrecillas, cubiertos de espuma de uretano rociada y pintada, por donde los visitantes entraban y salían. La mayor parte de la atracción se desarrollaba en 16 remolques de camiones comerciales, conectados por marcos de madera y madera terciada. Los remolques albergaban dos atracciones independientes del Castillo Embrujado, exactamente iguales entre sí, que operaban de manera simultánea durante el horario pico. (Solamente uno de ellos estaba en funcionamiento la noche del incendio). Un remolque adicional albergaba una sala de control, con paneles eléctricos para la atracción y dos extintores de incendio por agua presurizada.

El interior de la atracción estaba construido con muros de separación en madera terciada y madera, con cielorrasos de madera terciada suspendidos por debajo de los techos del remolque. Los corredores estaban cubiertos con diversos materiales como madera, papel, y tela y uno estaba cubierto con espuma de poliuretano. Contaba con dos salidas de emergencia equipadas con herrajes anti-pánico y con carteles de salida iluminados. La atracción también incluía una iluminación de emergencia que iluminaría el interior en caso de una falla en el suministro de energía. No contaba con sistemas de rociadores ni alarmas de humo.

El incendio se desató unos minutos antes de las 18.30hs, cuando un adolescente de 14 años de edad que usaba un encendedor para encontrar su camino por la atracción se chocó accidentalmente con el relleno de espuma de poliuretano que cubría un muro y éste comenzó a arder. Intentó apagar las llamas pero fracasó. Según un informe de la investigación elaborado por John Bouchard, en ese entonces vicedirector de división de la División de Servicios de Ingeniería de NFPA, el joven "aparentemente siguió por el Castillo" sin avisarle a nadie del problema.

Había aproximadamente 30 personas en la atracción cuando comenzó el incendio. Algunos se enfrentaron al humo y se dirigieron de inmediato a las salidas, mientras que otros creyeron que era un efecto del Castillo Embrujado; un grupo de visitantes aparentemente vio el incendio en su etapa inicial y “observó lo real que parecía la ilusión”, según el informe de Bouchard. Los muros cubiertos de espuma comenzaron a arder, y el fuego, alimentado por la madera terciada y otros materiales, se propagó con rapidez. Según el informe de la investigación tres minutos y medio después de iniciarse el incendio se produjo una combustión súbita generalizada y en pocos minutos más la atracción completa estaba envuelta en llamas.

A las 18:35 horas un empleado del Castillo notificó a la brigada de incendios de Great Adventure de lo que ocurría. . Ya en camino, el jefe de los bomberos divisó el denso humo y le dijo a la seguridad del parque que notifique al Departamento de Policía del municipio de Jackson para comenzar a implementar el plan de ayuda mutua del parque. El denso humo les impidió a los bomberos del parque avanzar hacia la atracción, y comenzaron un ataque defensivo por la parte trasera.

Dos compañías de bomberos voluntarios llegaron algunos minutos antes de las 19.00 hs. y tampoco pudieron avanzar hacia la estructura, que comenzó a consumirse con rapidez. Una visita del parque le dijo a los periodistas, “En 20 minutos, el edificio parecía incendiado por completo", “No había nada allí”. Para el momento en que se declaró que el incendio estaba bajo control, eran las 19.45 horas y habían asistido y llegado al lugar 15 compañías de ayuda mutua con 300 bomberos. Se encontraron muertos a ocho adolescentes, de entre 15 y 19 años de edad, víctimas de la inhalación de humo e intoxicación por monóxido de carbono. Siete de ellos estaban en el mismo corredor.

Cuatro meses después del incendio, el estado de Nueva Jersey acusó a Great Adventure, Inc. y su compañía matriz, Six Flags Corp. de homicidio culposo agravado, al igual que a los dos gerentes del parque. Según el diario The New York Times, la acusación “culpó a las compañías de tener una conducta “imprudente” alcanzando una “indiferencia extrema por la vida humana” por no haber tomado las medidas adecuadas de prevención contra incendios”.

En el juicio, comparecieron como testigos de la defensa, Chet Schirmer, presidente de Schirmer Engineering Corporation y a su vez presidente del Comité Técnico de NFPA sobre Rociadores Automáticos y del Directorio de la NFPA, junto con Rolf Jensen, presidente de Rolf Jensen and Associates. Dispararon un aluvión de controversias en la industria de protección contra incendios, cuando dijeron en los tribunales que, a su criterio, los rociadores habrían salvado parte de la propiedad, pero que no habrían salvado la vida de los ocho adolescentes que murieron en el incendio. Schrimer también dijo en los tribunales, que los detectores de humo y calor "no habrían servido en este edificio". (Para mayor información sobre el testimonio de Schrimer y la reacción de la NFPA, visite la historia en línea en nfpa.org/hauntedcastle.)

Schrimer basó su opinión en las presunciones sobre el modo en que se desarrolló el incendio y los resultados de la prueba de incendio previa. Asimismo supuso que cualquier sistema de rociadores instalado en la atracción habría sido un sistema de tubería seca, que, al ser activado, demoraría un poco más en descargar el agua que un sistema de tubería húmeda.

“Si el sistema de rociadores no opera con la rapidez suficiente o si el agua no alcanza la altura suficiente en los muros… no se puede controlar la supervivencia de las personas en el espacio de origen”, declaró ante los tribunales. “En otras palabras, es necesario que el agua alcance la altura suficiente en los muros para evitar la propagación del fuego, y es también necesario que el rociador opere lo suficientemente rápido como para derribar el fuego y mantener así los límites de validez en ese espacio de origen”.

Bouchard de NFPA, atestiguando en representación de la acusación, dijo que los rociadores o las alarmas de humo podrían haber permitido que se detectara el incendio en una etapa más temprana, tal vez permitiéndoles a las víctimas escapar (ninguna de ellas fue encontrada en la habitación de origen del incendio). "Se habría detectado el fuego antes y tal vez se hubiera controlado hasta alcanzar una situación válida”, le dijo al tribunal.

Después de un juicio de ocho semanas y 13 horas de deliberación, el jurado declaró la no culpabilidad de Great Adventure Inc. y Six Flags Corp.

El incendio en el Castillo Embrujado provocó varios cambios importantes en NFPA 101, Código de Seguridad Humana. A la edición 1988 se agregó una nueva sección titulada “Cláusulas especiales para los edificios especiales de entretenimiento”. En ella se exigió que cada edificio especial de entretenimiento, como el Castillo Embrujado, esté protegido en su totalidad por un sistema de rociadores automáticos correctamente aprobado, instalado y mantenido. Si el edificio fuera portátil o movible, el “suministro de agua del rociador podría abastecerse por medios temporarios aprobados”.

En el caso de que el edificio de entretenimiento tuviera niveles bajos de iluminación, el código exigía que estuviera equipado con un sistema de detección de humo, cuya activación haría sonar una alarma en "una ubicación de las instalaciones atendida en forma constante ". La activación del sistema de detección de humo o del sistema de rociadores “causaría un aumento en la iluminación de los medios de egreso” y silenciaría los “sonidos e ilustraciones confusos o conflictivos”.

Con el correr de los años estos requisitos han sido perfeccionados y ampliados, pero su objetivo sigue siendo el mismo que cuando se los ingresó por primera vez en el código. Pueden encontrarse en el Capítulo 12, “Ocupaciones nuevas para reuniones públicas” y en el Capítulo 13 “Ocupaciones existentes para reuniones públicas” en la edición actual del Código de Seguridad Humana. (Para mayor información sobre los cambios en el código generados a partir del incendio del Castillo Embrujado, visitar nfpa.org/hauntedcastle.)

El primer análisis de los rociadores
En respuesta al veredicto, y considerando que resultaba difícil creer que un sistema de rociadores no habría hecho diferencia, el directorio de la Asociación Nacional de Rociadores de Incendio (NFSA, National Fire Sprinkler Association) le solicitó a Russell P. Fleming que elaborara un análisis del desempeño esperado de los rociadores para ver si éste respaldaría la opinión de Schirmer.

Fleming, quien posteriormente trabajaría en el Consejo de Normas de NFPA y su Directorio y que escribió una columna durante muchos años para esta revista, comenzó la evaluación del testimonio. Encontró en el mismo lo que consideró, fueron tres errores significativos por parte de los peritos nombrados por la defensa; en tanto a sus presunciones sobre la propagación del fuego y el potencial desempeño de los rociadores durante el incidente.

En primer lugar, Fleming observó que ellos supusieron que un ventilador de escape habría llevado el calor hacia afuera del compartimento de origen durante el primer minuto posterior al inicio del fuego hasta que fallara. Los testigos entonces reiniciaron el incendio como un pequeño incendio en lugar de reconocer que, para ese entonces, habría crecido lo suficiente como para activar los rociadores. También cuestionó la presunción de la defensa sobre el hecho de que una vez abierta el agua, habría demorado un minuto completo en alcanzar los rociadores en el sistema de tuberías secas. Observó que esto sugirió que el retraso se basó en el tiempo tradicional máximo de entrega de agua en una prueba que simulaba la apertura de un único rociador, y no que el tiempo de entrega de agua habría sido considerablemente menor si se abrían varios rociadores, como lo habrían hecho dado el rápido crecimiento del incendio en el Castillo Embrujado. Por último, Fleming cuestionó la presunción de que los rociadores estándar habrían respondido con demasiada lentitud y que el agua no habría alcanzado la altura suficiente sobre el muro para detener la propagación del fuego. En base al trabajo realizado en el desarrollo de rociadores residenciales, Fleming cree que los rociadores han probado sus capacidades exitosamente en espacios con geometrías similares.

Utilizando las presunciones de la defensa en combinación con los métodos cuantitativos a su disposición en ese momento, Fleming analizó el posible desempeño de rociadores automáticos en el incendio del Castillo Embrujado. En su informe final, “Análisis del potencial desempeño de rociadores de incendio en el incendio de Great Adventure”, Fleming llegó a la conclusión de que “a pesar de que posiblemente se habrían desarrollado condiciones peligrosas dentro de la propia habitación de origen antes de la entrega de agua, las condiciones peligrosas no se habrían expandido hacia afuera de la habitación de origen, y posiblemente se habría mantenido el egreso seguro desde las instalaciones". En resumen, “es probable que se hubieran podido evitar las muertes".

El informe de Fleming fue publicado en la revista “Sprinkler Quarterly”, y los abogados del demandante se contactaron más tarde con la NFSA para consultar si podían utilizarlo como apoyo en sus juicios civiles. No obstante, la mayoría de los juicios civiles se resolvieron de forma extrajudicial y Fleming no sabe si el informe tuvo algún rol en las negociaciones.

El nuevo análisis de los rociadores
Años después, mientras leía sobre el modelo del incendio, Fairchild se topó con el informe de Fleming. Su contenido lo fascinó. “Fleming condujo un excelente análisis basado en las herramientas disponibles en ese momento", dicho Fairchild. “Me di cuenta de que había realizado un trabajo preliminar que permitía realizar una gran comparación: marcó el camino, y nosotros retrocedimos sobre sus pasos”.

Para su análisis, Fairchild y Casterline utilizaron modelos computarizados, testimonios de la sala del juzgado y cualquier otra información que encontraron. Junto con capacidades de estimación inmensamente más poderosas que las de Fleming, ellos pudieron utilizar para el modelo una herramienta mucho más avanzada, conocida como el simulador de dinámica de incendios (FDS, fire dynamics simulator), un software que podía representar la interacción de varios fenómenos de incendios. Este software es conocido como un “modelo de incendio”, en el que se ingresan al modelo los objetos físicos, incluso las obstrucciones, ventilaciones, ventiladores y las personas y se les asigna las propiedades correspondientes. Se ejecuta la simulación y los algoritmos en el modelo representan los diferentes efectos del incendio (hidrodinámica, combustión, conducción, supresión y detección del calor y más) que influyen unos sobre otros. Los modelos de Fleming, por comparación, pueden representar solo una variable de los fenómenos del incendio a la vez. Fairchild describe el FDS, junto con un modelo de evacuación que lo acompaña y que contiene algoritmos de validez, como “una herramienta con la que Russ solamente pudo soñar”.

El FDS no incluye un modelo de entrega de líquidos, no obstante, Fairchild contrató la ayuda de Mike Mahomet de Tyco, que posee la patente del software de tiempo de entrega de líquidos de Tyco, SprinkFDT, actualmente el único software en el mercado, certificado por UL, para estimar los tiempos de activación del sistema de rociadores de tubería seca.

Fleming comenzó por determinar que para alcanzar una combustión súbita generalizada en el área de origen del incendio se requiere como mínimo un incendio de 6 mega watts. Combinó esta información con el testimonio del juicio para llegar a la conclusión de que era adecuada una curva de crecimiento del incendio ultra rápida. Fairchild y Casterline aceptaron el índice de combustión establecido por Fleming sobre el incendio modelo ya que creyeron que había muchas incógnitas como para intentar predecir dicho índice. Utilizando el FDS, pudieron pronosticar mejor el momento en que el incendio de diseño quedaría limitado en oxígeno. Fleming luego comparó los datos de la prueba residencial para confirmar que los muros combustibles pudieran crear un incendio de 6 mega watts. Fairchild y Casterline estuvieron de acuerdo.

Fleming no pudo realizar el modelo de la supresión, extinción o control del fuego pero sí tenía una herramienta denominada DETACT-QS (la sigla hace referencia a la activación del detector) que computa el tiempo de activación del detector de calor (rociador) en base al índice de tiempo de respuesta del rociador, la temperatura nominal y el espacio, en sintonía con el índice de liberación de calor y la altura del cielo raso. “Es fabuloso para realizar una estimación aproximada sobre la activación del detector inicial”, dice Fairchild, “pero más allá de esto entran en juego otros efectos ”. . . Un incendio es una reacción compleja en la que una variable puede tener una gran influencia sobre otra. Debido a que el incendio se ubicó sobre un muro, DETACT aumentó el índice de liberación del calor por un factor de dos. Con el fin de representar el ventilador de escape en el área de origen, la curva del índice de liberación del calor que Fleming ingresó en DETACT supuso que se removió la totalidad del calor hasta 100 segundos en el incendio. Fairchild y Casterline hicieron el modelo del ventilador de escape directamente en el FDS.

Utilizando los datos previamente desarrollados y el testimonio del perito para ubicar los rociadores, Fleming estimó los tiempos operativos del rociador de tubería seca. Fleming únicamente pudo estimar los tiempos operativos antes de la entrega de agua (DETACT no pudo hacer el modelo de la supresión) pero Fairchild y Casterline pudieron realizar el modelo de los rociadores directamente en el FDS. En el FDS, el tiempo de entrega de agua incluyó un retraso programado basado en los tiempos producidos por SprinkFDT. Fleming utilizó un programa por computadora desarrollado por Factory Mutual para determinar el tiempo de viaje de la válvula de la tubería seca, lo que Fairchild y Casterline también acompañaron con SprinkFDT. Fleming determinó las densidades de descarga del rociador, y Fairchild y Casterline las confirmaron.

Fleming revisó su índice de implementación del rociador y los datos del patrón de distribución de agua a comparación de la prueba a escala completa de una casa rodante que había sido sometida a un incendio hasta alcanzar casi una combustión súbita generalizada, y llegó a la conclusión de que la descarga del rociador habría suprimido el fuego. Fairchild y Casterline crearon el modelo de los índices de implementación del rociador y los patrones de distribución del agua directamente en el FDS, y coincidieron en que los rociadores habrían aplicado agua a un índice suficiente y con un patrón de distribución que habría suprimido el fuego.

Sobre el tema de la supresión de los rociadores y su impacto sobre la seguridad humana, no obstante, Fairchild y Casterline se enfrentaron a una dificultad. Para determinar el impacto del control del rociador sobre la seguridad humana, Fleming hizo referencia una vez más a los datos de la prueba y llegó a la conclusión de que, si se hubiera evitado la combustión súbita generalizada, no se habrían desarrollado condiciones que suponen un riesgo de vida en áreas remotas al incendio, tales como aquellas en las que se encontraron ocho jóvenes muertos.

Utilizando el FDS, Fairchild y Casterline midieron los valores de depleción del oxígeno y monóxido de carbono. Pero si bien acordaron con Fleming que el control por rociadores hubiera sido efectivo, observaron que el tiempo de activación era mucho más complicado de predecir. En su análisis, el tiempo de activación dependió en parte de las propiedades de la espuma y madera terciada, tales como la densidad, niveles de hidratación, la superficie de la espuma, la especie de madera de la madera terciada, entre otras. “La predicción de los tiempos de activación de los rociadores depende en gran medida del índice de crecimiento del fuego, y DETACT no tiene la capacidad para realizar el modelo de esto”, dice Fairchild. “Esperábamos encontrar una prueba irrefutable, pero pareciera no existir ninguna. En cambio, podemos ofrecer probabilidades”.

Igualmente resalta que el juego no está perdido. “Aún lo estamos estudiando”, dice. “No brindaré una conclusión definitiva hasta el 10 de junio. Pero incluso ni siquiera para esa fecha todavía”.

Resultado final: Hasta ahora, al menos, incluso con toda la tecnología de punta, Fairchild y Casterline no pueden brindar una respuesta definitiva a la pregunta: “¿Los rociadores habrían evitado la muerte de los ocho adolescentes en el Castillo Embrujado en 1984?" Es simplemente tan difícil como decir si la opinión de Schrimer era incorrecta. “Nunca podremos replicar las condiciones exactas de esa noche hace 30 años”, dice Casterline. Las respuestas yacen en las sombras.

“A veces los rociadores son considerados como un santo remedio que puede resolver casi cualquier problema en la protección contra incendios", dice Fairchild. “Son en realidad simplemente una pieza del rompecabezas total de la seguridad del edificio, y dependen de las otras piezas a las que se adjuntan. Al igual que los cinturones de seguridad y los airbags son componentes críticos para la seguridad en un automóvil, estos no se desempeñarían tan bien si se los conectara a un automóvil sin motor".

Esa es una opinión con la que Chet Schirmer probablemente estaría de acuerdo.

Kathleen Robinson es gerente de operaciones editoriales para NFPA Journal. 


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