lunes, 15 de septiembre de 2014

@TecniTipsGANB #151

Problema en mente
Por Janet A. Wilmoth

Una nueva consciencia sobre la salud conductual en el cuerpo de bomberos está finalmente sacando a la luz cuestiones que se han ocultado por mucho tiempo, tales como la depresión y el trastorno por estrés post-traumático (TEPT). ¿Pero les facilita el trabajo a los socorristas reconocer estos problemas y buscar ayuda?

Kyle Ienn pertenecía a una nueva raza de jefes de bomberos. Con 23 años de servicio en el departamento, lideró un cuerpo de bomberos voluntarios progresista en su ciudad de residencia Ralston, Nebraska, un suburbio de Omaha. Fue un miembro activo a nivel estatal y nacional de la Asociación de Jefes de Bomberos de Nebraska y de la Sección de Oficiales de Combinación Voluntaria de la Asociación Internacional de Jefes de Bomberos. Trabajó en el programa “Everyone Goes Home®” (Todos regresamos a casa) de la Fundación Nacional de Bomberos Caídos, una iniciativa para prevenir muertes y lesiones de bomberos en servicio. Como fundador del Equipo de Respuesta a Emergencias por Muerte en Servicio y Lesiones Graves de Nebraska, Ienn era el primero a llegar en escena para ayudar a los departamentos de bomberos con la muerte de un bombero.

En una entrevista en 2010 para Omaha.com, cuando se le preguntó qué lo mantenía motivado, Ienn respondió "Saber que he ayudado a alguien".

En la mañana del 31 de enero de 2012, algunos días antes de cumplir 41 años, se encontró el cuerpo sin vida de Ienn colgando de un puente en un parque de Omaha. Un vehículo del departamento de bomberos estaba estacionado cerca de allí. La policía de Omaha llegó a la conclusión de que Ienn se había suicidado. Dejó a su mujer, que trabajaba como asistente administrativa en el departamento de bomberos, y tres hijos adolescentes, dos de ellos participaban en el programa de Exploradores del departamento de bomberos.

El suicidio de un activo jefe de alto perfil generó una ola de conmoción entre los cuerpos de bomberos de la nación. Muertes como la de Ienn, sumado al de "grupos suicidas” en años recientes, que incluyeron bomberos del servicio de incendios metropolitano de todo el país, han centrado cada vez mayor atención en los problemas de salud relativos al comportamiento alcoholismo, drogadicción, depresión y trastorno por estrés post-traumático (TEPT) entre otros que afectan a los socorristas, principalmente a bomberos y personal del servicio de emergencias médicas. Si bien los datos empíricos sobre el problema siguen siendo escasos, existen sugerencias de que los problemas de salud entre socorristas relativos al comportamiento podrían ser generalizados; algunos estudios demuestran que tanto como el 37% de los bomberos puede presentar síntomas de TEPT. Encubrir el problema es un estigma persistente que podría dificultar el hecho de que los socorristas reconozcan cuestiones conductuales tales como la depresión, ya sea propia o de un colega.

Pero varios esfuerzos recientes (informes, recursos, líneas directas, la simple voluntad de analizar la cuestión) están sacando a la luz el problema y les están brindando a los socorristas una serie de herramientas para combatir este problema. En los próximos meses, la Fundación Nacional de Bomberos Caídos (National Fallen Firefigthers Foundation o NFFF), por ejemplo, estará lanzando una serie de iniciativas, desde la creación de aplicaciones sobre salud conductual hasta la planificación de una conferencia para analizar cómo agregar evaluaciones de salud conductual a las evaluaciones físicas anuales de los socorristas.

Como parte de la Iniciativa de bienestar y aptitud física para la gestión del trabajo conjunto del cuerpo de bomberos lanzada en 1996, este verano, la International Asociación Internacional de Bomberos (Association of Fire Fighters IAFF) y la Asociación Internacional de Jefes de Bomberos (International Association of Fire Chiefs IAFC) publicarán nuevas y más amplias recomendaciones sobre salud conductual, incluyendo prevención y conciencia del suicidio. Mientras tanto, NFFF espera noticias sobre la financiación para un estudio empírico propuesto sobre el suicidio de bomberos; el primero de su tipo, y un elemento crucial para comprender el alcance y las características del problema.

Ken Holland, un especialista senior en servicios de emergencia en NFPA y personal de enlace para NFPA 1500, Programas de salud y seguridad ocupacional del departamento de bomberos, dice que la salud conductual sigue siendo un tema difícil para los socorristas por varias razones. “El pensamiento es: nos llaman para ayudar a los demás, no somos nosotros los que deberíamos necesitar ayuda", dice Holland, que ha trabajado de socorrista durante 22 años. “Nadie quiere admitir que tiene una preocupación sobre alguna cuestión. Pero el efecto acumulativo de lo que vemos en el cuerpo de bomberos día a día, sin tener manera de descargar parte de lo vivido, se está convirtiendo obviamente en un asunto de cuidado”.

Brecha en la información
Puede ser fácil interpretar las noticias de otro suicidio de un bombero como prueba de que el problema está creciendo. Pero algunos investigadores, incluida Kim Van Orden, una profesora adjunta de psiquiatría en la Universidad del Centro Médico Rochester, no están convencidos de que las cuestiones sobre salud conductual estén realmente en ascenso entre los socorristas, argumentan en cambio que la creciente consciencia sobre la cuestión está finalmente sacando a relucir los problemas que han estado ocultos por muchos años. “Simplemente nos estamos dando cuenta de un problema que ha existido desde hace mucho tiempo”, dice.

Parte del problema al abordar cuestiones de salud conductual entre socorristas es la dificultad de cuantificarlo. El riesgo psicológico es una parte innegable del trabajo; la tasa de muertes por suicidio entre socorristas puede ser casi igual a la de la población en general, dice NFFF, pero ellos están expuestos a intentos de suicidio y a suicidios concretos en una tasa significativamente más elevada que la mayoría de las otras ocupaciones. Sin embargo, a pesar de que aumentan las anécdotas que evidencian los incrementos en problemas de salud conductual, los datos empíricos siguen siendo escasos. “La vigilancia es un problema y realmente no es bueno el trabajo que realiza EE.UU. sobre este tema en general”, dice Van Orden. “Nuestros datos sobre cualquier ocupación en particular, en EE.UU. son muy pobres”.

Ninguna agencia nacional reconocida recopila datos estadísticos sobre los suicidios de bomberos y del servicio de emergencias médicas; universalmente, los certificados de defunción no incluyen datos ocupacionales, dificultando el rastreo de información o la construcción de tendencias, y la información sobre muchos bomberos jubilados no especifica una ocupación al momento del fallecimiento. Sesenta y nueve por ciento de los cuerpos de bomberos estadounidenses es voluntario, y no es común que se mencione su afiliación al cuerpo de bomberos en sus certificados de defunción.

La fuente con mayor reconocimiento para esta información es Jeff Dill, un capitán del Distrito de Protección contra Incendios Palatino (Illinois) y asesor matriculado y especializado en cuestiones de salud conductual de los bomberos. Dill recopila información de informes suicidas en ffbha.org, el sitio Web de la Alianza de Salud Conductual de Bomberos (Firefighter Behavioral Health Alliance FFBHA), una organización sin fines de lucro que fundó en 2011. Dill dice que entre los años 2000 y 2013 se registraron 360 suicidios confirmados de bomberos; y la mayoría de dichas muertes se observó en años recientes, 57 cada año en 2012 y 2013 de una población nacional de 1.1 millones de bomberos profesionales y voluntarios.

Pero la información que recibe Dill fue enviada en forma voluntaria, y representa solamente un fracción de los más de 30,000 departamentos de bomberos de la nación. Dill es reticente a estimar la cantidad real de suicidios de socorristas, pero cree que sus datos ofrecen una ventana desde donde empezar a abordar la envergadura de este problema entre socorristas. “Imaginen si tuviéramos el reporte del 80 ó 90 por ciento”, dice. “Las cifras serían mucho mayores".

Según los datos de Dill, más del 70 por ciento de los suicidios de bomberos corresponden a hombres blancos, la demografía dominante entre los bomberos estadounidenses. Las armas de fuego son el método más utilizado en los suicidios concretados, seguido de ahorcamiento. El rango de edad con la mayor frecuencia de suicidios es de 41 a 50 años, seguido de 31 a 40; los rangos de 18 a 30 y 51 a 60 están en el mismo nivel. La mayoría es personal en servicio activo, a contraposición de los miembros ya retirados.

Para abordar la necesidad de datos empíricos, NFFF ha recurrido al Programa de Subsidios para Asistencia a Bomberos administrado por la Agencia Federal de Manejo de Emergencias, en busca de financiamiento para apoyar la investigación sobre suicidios, ideas suicidas e intentos de suicidio entre bomberos. El trabajo evaluaría los reclamos de que “el trabajo” está llevando a más bomberos a quitarse la vida, y que su tasa de suicidios es más alta que la del resto de la sociedad, información que ayudaría al cuerpo de bomberos y a los profesionales de la salud a guiar adecuadamente los esfuerzos de prevención.

“No existen soluciones inmediatas”
Lo que se sabe es que la naturaleza del trabajo ha cambiado considerablemente durante las últimas décadas. Si bien la cantidad de llamados por incendios es menor, en parte debido a una mejora en los métodos de prevención de incendios, los departamentos de bomberos han asumido muchas nuevas responsabilidades: rescates, liberación de vehículos, incidentes con materiales peligrosos, y el triple de llamados de asistencia médica durante los últimos 25 años, según los datos de NFPA Los socorristas se enfrentan en forma rutinaria con incidentes que incluyen lesiones severas y muertes, incluso suicidios. “Nuestra gente es quien baja a las personas [cuando están colgadas] y ve el suicidio en primera plana cuando limpia las heridas de un disparo”, dice Elizabeth Crowe, coordinadora de relaciones humanas para el Departamento de Bomberos de Chicago. Los socorristas también enfrentan el riesgo de exposición a los químicos cancerígenos, el trauma de los incidentes de víctimas en masa, y recientemente, comenzaron a correr el riesgo de convertirse en el blanco de tiradores activos. Los riesgos enfrentados por los socorristas son más más variados hoy que en cualquier otro momento.

Con esos riesgos llega el estrés emocional. Históricamente los bomberos han sido reticentes a hablar sobre estos tipos de estrés, en parte por miedo a cargar con el estigma de débiles o vulnerables. Si bien podrían considerar conversar con los pares sobre estos tipos de problemas, muchos socorristas mantienen una aversión casi obstinada en contra de los terapeutas u otros profesionales “externos” que, algunos socorristas consideran, no comprenden ni el trabajo ni el estrés que ellos enfrentan.

Si bien algunos observadores como Van Orden ven signos de que el estigma se está reduciendo, los recuentos anecdóticos sugieren que sigue siendo obstinado en la cultura machista, dominada por el sexo masculino del cuerpo de bomberos estadounidense. Los socorristas se enorgullecen por ser una hermandad firmemente unida que trabaja en equipo en ambientes peligrosos, confiando unos en otros para sobrevivir. Los individuos con este tipo de inclinación hacia la acción podrían no estar dispuestos o ser incapaces de salir de su zona de confort y preguntar "¿Qué ocurre contigo?" cuando un colega no puede o no quiere responder a preguntas o preocupaciones.

“La filosofía predominante es "romper las ventanas, patear la puerta y entrar corriendo con una manguera”, dice el Dr. Richard Gist, asistente principal del director del Departamento de Bomberos de la Ciudad de Kansas (Missouri) y un miembro del cuerpo docente en el Departamento de Medicina Preventiva en la Universidad de Medicina y Biociencias de la Ciudad de Kansas. “Los bomberos pueden estar buscando una solución rápida [a los problemas conductuales] pero no existe una solución rápida en este caso”. Al no saber cómo tratar el problema, quienes sufren TEPT o depresión pueden auto medicarse con alcohol o drogas, encubriendo el problema y acelerando un empeoramiento espiralado.

A pesar de las dificultades del trabajo, o debido a ellas, los socorristas por lo general no pueden concentrarse en casi ninguna otra cosa. “Para esta gente el trabajo de bomberos es todo en su vida, colocan carteles en sus autos y coleccionan recuerdos de los incendios", dice Crowe. El fuerte sentido de pertenencia y la camaradería necesarios para tomar el riesgo pueden trabajar a la inversa cuando el bombero se jubila o deja el cuerpo de bomberos y ya no tiene esa conexión. Los suicidios de bomberos por lo general involucran la pérdida de un trabajo, en particular por cuadros médicos más allá del control del individuo, como por ejemplo enfermedades relacionadas con el estrés o cardíacas o lesiones en el trabajo. Los hombres de más de 55 años de edad están bajo un riesgo de suicidio particularmente alto cuando se enfrentan a su jubilación o pérdida repentina del trabajo.

Pero los defensores de la salud conductual esperan que los esfuerzos por promover la conciencia en torno a este tema, resulte en que más aceptable, o incluso más fácil para los socorristas, reconocer que existe un problema, y que cuentan con mucha compañía, tanto entre los socorristas como entre el público en general. Según los Centros para el Control de Enfermedades uno de cada cuatro adultos estadounidenses experimenta una enfermedad mental en algún año determinado, y la mitad de todos los adultos estadounidenses experimenta una enfermedad mental en algún momento de sus vidas.

Incluso la semántica cumple un papel en la escena; el término “salud conductual” tiene como fin borrar parte del estigma de los términos “salud mental” o “enfermedad mental” al mismo tiempo que abarca un rango más amplio de conducta psicológica que incluye las emociones, el temperamento y la motivación. La designación “síndrome de agotamiento de los socorristas” ha sido propuesta como un mejor término para describir las asperezas psicológicas propias de esta actividad y enfrentadas por bomberos y personal de servicios de emergencias médicas.

Abordaje del problema
El foco sobre la salud conductual de los socorristas aumentó a partir del 11 de septiembre de 2001. Los socorristas observaron con impotencia como la gente desesperada, atrapada por las llamas en las ardientes torres del World Trade Center, saltaba a la muerte. Trabajaron entre las pilas de escombros en Ground Zero, en una desalentadora búsqueda de restos humanos, al mismo tiempo de lidiaban con la pérdida de cientos de compañeros. La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (Federal Emergency Management Agency FEMA) buscó asistencia de salud conductual para los socorristas, y NFFF respondió al llamado de FEMA brindándoles grupos de autoayuda para dar apoyo a bomberos y familiares. Como resultado, la fundación desarrolló programas de prevención para el TEPT a través de intervenciones que dependen fuertemente de los grupos de autoayuda.

En 2004, NFFF invitó a 200 líderes de 43 organizaciones de bomberos a una reunión cumbre sobre prevención de muertes en servicio en Tampa, Florida. Como resultado de la reunión, se emitió un documento titulado “16 iniciativas de seguridad humana para bomberos” (lifesafetyinitiatives.com) diseñado con el fin de reducir la cantidad anual de muertes de bomberos. La número 13 de estas iniciativas "Apoyo psicológico”, establece que “los bomberos y sus familiares deben tener acceso a un asesoramiento y apoyo psicológico”.

Justo cuando estaba creciendo la actividad y la conciencia en torno a la salud conductual, se produjo un fenómeno perturbador en el cuerpo de bomberos. En 2008, el Departamento de Bomberos de Chicago anunció que se habían registrado siete suicidios (tanto de personal activo como retirado) dentro de un período de 18 meses, y se encontraron patrones similares conocidos como “grupos suicidas” en Phoenix, Filadelfia y en otros importantes departamentos de bomberos metropolitanos en todo el país. Los departamentos de bomberos y uniones de bomberos publicaron una serie de programas para abordar el tema de la salud conductual, pero no se llevaron a cabo estudios epidemiológicos en profundidad para determinar la razón por la que se produjeron estos patrones, o de las condiciones que existieron que pudieron haber provocado dicho comportamiento.

Los expertos en salud conductual dicen que el cuerpo de bomberos puede aprender algo de las fuerzas de seguridad cuando se trata de educar al personal sobre el tema del suicidio. Para empezar, los expertos dicen que la policía nacional mantiene mucho mejor registro de las cifras sobre los problemas de salud conductual; según la Vigilancia Nacional de Suicidios Policiales (National Surveillance of Police Suicides — NSOPS), un estudio comprehensivo efectuado por la Fundación de Salud Mental Policial “Badge of Life”, los suicidios entre policías disminuyeron de 141 en 2008 a 126 en 2012, en base a la población estimada de 900,000 agentes del orden público en Estados Unidos. Según sus autores, NSOPS atribuye posiblemente la disminución “a la mayor cantidad de departamentos que adoptan programas de autoayuda y a la mayor voluntad de los oficiales, muchos de ellos más jóvenes, de buscar asistencia profesional” no sólo cuando tienen un problema, sino como medidas preventivas tales como chequeos anuales de salud mental. Se encuentran en marcha esfuerzos similares para los socorristas a través de los talleres de FFBHA y programas de NFFF.

Algunos observadores han especulado que la nueva atención que se le presta a los suicidios y problemas de salud conductual de los socorristas podría deberse en parte al ex personal militar en servicio activo que ingresa a los rangos de socorristas y que traen consigo TEPT y otros problemas conductuales. Si bien no existen datos que demuestren específicamente este enlace, los programas como la Evaluación del Suicidio y Compromiso Posterior: Tratamiento de Emergencia en Veteranos (Suicide Assessment and Follow-up Engagement: Veteran Emergency Treatment) y el Programa de Guardias (Gatekeeper Program) instaurados por la Fuerza Aérea abordan una serie de cuestiones sobre salud conductual para el personal militar en servicio activo y para veteranos. El año pasado, se adaptó la capacitación “Primeros auxilios por estrés” desarrollada por la Fuerza Naval estadounidense y se la presentó en el cuerpo de bomberos.

Pasos para la acción
En febrero, Tom McGowan, el enlace del personal de protección pública contra incendios para NFPA, hizo una publicación en el blog "Today's Responder" (Socorristas de hoy) de la asociación. McGowan es un miembro retirado de un pequeño departamento de bomberos en Massachusetts, y su publicación fue sobre el suicidio de un ex colega bombero: un miembro del departamento durante 25 años, que se había retirado recientemente. McGowan lamentó la misteriosa razón por la que el hombre se había quitado la vida, y presentó una serie de respuestas de colegas bomberos, desde tristeza hasta enojo.

También presentó un llamado a la acción. “Esto no es un panegírico”, escribió. "Este blog es para concientizarnos a todos los que formamos parte del cuerpo de bomberos y de la seguridad pública sobre el estrés del trabajo, de la vida hogareña o una combinación de ambos y decir algo, a viva voz, a tiempo. No se lo guarden, no sean héroes”. Si bien la publicación recibió solo unos pocos comentarios en una página de Facebook relacionada, tuvo más de 2500 visitas en los dos días posteriores a su aparición; exponencialmente más que las publicaciones que el sitio recibe habitualmente.

“Tal vez la gente estaba buscando algún tipo de asistencia o ayuda o dirección”, dice McGowan por la cantidad de visitas. “Si puedo ayudar a prevenir que alguna que otra persona se suicide, o al menos lograr que busque ayuda o intervención, entonces el blog logró su cometido”.

El año pasado, NFPA incorporó cuestiones sobre salud conductual de los bomberos en las normas nacionales. Según Ken Holland de NFPA, se volvieron a titular dos capítulos en la edición 2013 de NFPA 1500; ahora son “Programas sobre bienestar y salud conductual” y “Exposición ocupacional a los eventos atípicamente estresantes” con el fin de ampliar la perspectiva de la salud de los bomberos y permitir una implementación más integrativa de los programas de salud conductual. En la última edición de NFPA 1500, Holland dice, “toma la totalidad de la salud conductual y bienestar de los miembros del departamento de bomberos a contraposición de un panorama en particular”.

También se están llevando a cabo análisis para incluir material adicional sobre la salud conductual para los socorristas en NFPA 1582, Programa médico ocupacional comprehensivo para los departamentos de bomberos. “Unir la salud conductual al examen físico anual del cuerpo de bomberos brindaría otra oportunidad para detectar estos tipos de problemas y abordarlos”, dice Holland.

Durante el proceso de revisión de la edición 2013 de NFPA 1500, el Capítulo 12, “Exposición ocupacional en eventos atípicos”, el tema del informe evaluativo sobre estrés por incidentes críticos, o CISD por sus siglas en inglés, generó controversia. Por más de 20 años, el CISD basado en la opinión de los pares ha sido utilizado para reducir el estrés psicológico para los socorristas; después de un incidente crítico como un evento violento o la muerte de un compañero de trabajo, los socorristas podían conversar con los equipos de los miembros capacitados del cuerpo de bomberos. El CISD se consideró efectivo cuando se presentó, pero una investigación reciente indica otros métodos, incluido el uso de profesionales externos especializados en salud conductual que podrían ser más efectivos con los socorristas después de dichos incidentes.

El comité para NFPA 1500 actuó sobre una propuesta pública, presentada por Gist, que eliminó el CISD del Capítulo 12 e hizo únicamente una mención menor al mismo en el anexo del capítulo. En base a la investigación y a los datos que se les presentaron, así como en base a sus propias experiencias los miembros del Comité creyeron,, que era necesario un enfoque diferente para tratar a los miembros del departamento de bomberos en relación a la manera en que la actividad puede afectarlos. El CISD puede ser demasiado intenso para algunos socorristas, dicen, argumentando que un enfoque más simple y más concluyente como la "revisión después de la acción" podría ser mejor para más gente.

La propuesta generó una crítica intensa de quienes apoyan el enfoque del CISD, pero el comité no cedió. El texto revisado en el Capítulo 12 se centra en el uso de los servicios profesionales al tratar el tema de la exposición a los eventos atípicos estresantes y se aleja del modelo del informe evaluativo como un requisito o intervención deseable.

NFFF, mientras tanto, está ocupada en una diversidad de frentes. Además de planificar una conferencia sobre la evaluación de la salud conductual, la organización está preparando una campaña de alcance industrial en base a la sigla en inglés “ACT”: Preguntar, Cuidar, Tomar (Ask, Care, Take), una variante del programa “ACE” del ejército estadounidense, sigla en inglés que significa Preguntar, Cuidar, Escoltar (Ask, Care, Escort) enfatizando la necesidad de entrar en acción para asistir a los socorristas que necesitan ayuda. Este verano, planea lanzar el primer programa virtual/ aplicación denominado “PocketPeer”, financiado por un subsidio de AFG, que combina una capacitación en la Web sobre entrevistas motivacionales (esencialmente, cómo derivar a una persona que necesita ayuda) con información sobre el reconocimiento de la tendencia suicida y recursos para vincular a esa persona con fuentes efectivas de atención profesional. NFFF ha solicitado otro subsidio de AFG para un segundo programa virtual/ aplicación “PocketPeer” para abordar las cuestiones del estigma y promover la búsqueda de ayuda entre socorristas.

Más hacia fin de año, NFFF planea contribuir con información adicional sobre el suicidio y la intervención en el sitio "Helping Heroes" (Ayudando a los héroes), helping-heroes.org, creado para brindarles a los profesionales en salud conductual, que trabajan con bomberos, los recursos para aprender las mejores técnicas de tratamiento basado en la evidencia de las condiciones que afectan al cuerpo de bomberos.

Los esfuerzos por parte de NFFF, NFPA, y muchos otros sugieren una nueva actitud receptiva para abordar las cuestiones de salud conductual, y que ya no es necesario que socorristas afligidos sufran en silencio o estén aislados. Aun así a pesar de la riqueza de los nuevos recursos a su disposición, algunos incidentes pueden ser especialmente difíciles de manejar para los socorristas; como el suicidio de alguno de ellos. Después de la muerte de Kyle Ienn, el prometedor jefe de bomberos de Nebraska, un equipo del CISD llegó para asistir a los miembros del departamento, muy golpeado por el hecho. Joe Eischeid, el sub-jefe en aquel momento en que ocurrió la muerte de Ienn, puso en claro qué tan duro puede ser para los socorristas recuperarse de estas heridas emocionales : “Dos años más tarde aún contamos con miembros a quienes les cuesta superarlo”.


Janet A. Wilmoth es la exdirectora editorial en la revista “Fire Chief”.


“Estado de la Unión”
Un influyente libro blanco evalúa los problemas de la salud conductual entre socorristas y ofrece un plan de acción.

Si bien aún debe completarse un estudio epidemiológico definitivo sobre cuestiones relacionadas con la salud conductual y el suicidio de los socorristas, tal vez la mejor descripción del problema es un documento titulado “Medidas de vigilancia, prevención e intervención del suicidio para el cuerpo de bomberos estadounidense" (Suicide Surveillance, Prevention, and Intervention Measures for the U.S. Fire Service), publicado en 2011.

Este documento, resultado de una conferencia que reunió a los representantes de las comunidades de psicólogos, médicos, funcionarios de la salud pública y del cuerpo de bomberos, fue redactado conjuntamente por el Dr. Richard Gist, asistente principal del director del Departamento de Bomberos de la ciudad de Kansas (Missouri) y miembro del cuerpo docente en el Departamento de Medicina Preventiva en la Universidad de Medicina y Biociencias de la ciudad de Kansas; Vickie Taylor, una trabajadora social clínica matriculada del Comité de Servicios a la Comunidad del Condado de Prince William (Virginia); y Scott Raak, un técnico en emergencias médicas - paramédico de la ciudad de Kansas, Missouri. El documento resumió lo que habían aprendido sobre el suicidio de los socorristas e identificó a los expertos, su trabajo y la manera de trasladarlo al cuerpo de bomberos. Taylor lo describe como “un tipo de estado de la unión, en lo que respecta a lo que sabemos, donde estamos y hacia dónde vamos desde aquí”.

El documento incluyó un plan detallado para el desarrollo de programas que abordan la salud conductual. También incluyó una serie de recomendaciones, incluidas:

  • El estado limitado de comprensión sobre el tema suicidio en el cuerpo de bomberos, así como también la escasa información empírica actual, debe ser claramente reconocido en todos los análisis y presentaciones sobre el tema, independientemente de la fuente, audiencia u objetivo.
  • La Fundación Nacional de Bomberos Caídos (NFFF) y otras organizaciones de la comunidad del cuerpo de bomberos deben proponer fondos de financiamiento y apoyo para la conducción de un estudio epidemiológico empíricamente sólido sobre el suicidio en el cuerpo de bomberos; en la búsqueda por brindar una sólida base que apoye una mejor comprensión y una acción consecuente.
  • Los investigadores que trabajan en proyectos militares deben ser específicamente reclutados, alentados, y apoyados para adaptar sus investigaciones al tema específico de suicidios en el cuerpo civil de bomberos.
  • NFFF y otras organizaciones de la comunidad del cuerpo de bomberos deben proponer apoyo y financiamiento para estudios epidemiológicos empíricamente sólidos y similares en las poblaciones del cuerpo de bomberos sobre las condiciones conocidas por interactuar con el riesgo de suicidio y/o exacerbarlo (por ej., depresión, trastorno por estrés post-traumático, trastornos conductuales, y abuso a las drogas), en los casos en los que se propague la especulación sobre la prevalencia pero los datos sean de hecho limitados.
  • Se debe aconsejar y prevenir a los defensores de esta acción que propongan presentaciones con respecto a la, incidencia percibida, presuntos factores causales, posibles intervenciones para hacerlo de forma precavida y conservadora, y que respeten los hallazgos empíricos establecidos, a fin de evitar impactos paradójicos involuntarios.
  • Se deben desarrollar y probar los enfoques para la evaluación e intervención en relación a su utilización en las poblaciones del cuerpo de bomberos.
  • Parecería ser difícil que los programas de prevención con un enfoque relativamente específico (es decir, específicos del suicidio) brinden un impacto sustancial y sostenido a diferencia de los programas dirigidos de forma más generalizada a la salud conductual, apoyo social y tratamiento de los trastornos y condiciones asociados con el suicidio.
  • Se deben desarrollar y difundir extensamente los programas que brindan una instrucción accesible y económica para los proveedores de salud conductual y atención sanitaria del cuerpo de bomberos (por ej., médicos del departamento de bomberos, directores médicos de servicio de emergencias médicas, enfermeras y médicos de salud ocupaciones, proveedores de asistencia a empleados) en la evaluación de la idea e intento de suicidio.
  • Los programas de apoyo y compromiso de los pares, cuando estuvieran presentes, deben tener acceso a una capacitación y asistencia adecuadas al abordar el tema del suicidio como un elemento de una estrategia comprehensiva de promoción de la salud y de compromiso con la comunidad.
  • Los esfuerzos a nivel departamental, cuando los hubiere, deben representar estrategias con bases amplias para impactar sobre una serie de factores de riesgo y protección, y deben estar embebidos dentro de una serie de sitios y procesos organizacionales.


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